sábado, 20 de febrero de 2010

Yo no escribo poesía de andar por esas nubes

(amarse igual, poema 33)

Yo no escribo poesía de andar por esas nubes
Yo compongo mediocridades versos
que alguna vez suceden a toda criatura,
¡o a tantas!, o a una sola.
Y no quiero escarmentar de este no figurar en ningún lado,
como tú no escarmientas de que te consulten
como si tu palabra fuese las tablas de la ley,
colega consagrado.
Yo no ando por esas las tus nubes,
tus parnasos,
yo estoy estrellada contra la tierra,
esa mi condición de estrella
¿que tú apagas como si dios fueses?

Nos enamoramos: Nos desprecian;
y volvemos a amar.
A escribir volvemos
tras ser despreciados.
Pero no me deprecias,
no me deprecian con ello
sino me revalorizan.
Un día lo verás,
no importa si tan tarde
que aquí no quede nadie
que ya te aplauda o que me olvide.

Volvemos a las páginas,
jamás vacías,
nunca me enfrento a un folio en blanco,
a la falta de creatividad;
lo hago con enemigos peores:
tú, tu mundo,
y mi exceso de ideas sentimientos.
Aunque vuelva a la oscuridad irrelevante
del mundo a solas que es escribir.
Esto que más nos semeja a Dios lejano,
pues el verdadero Dios no es próximo,
ni es sujeto de templos ni alabanzas;
es lo que todos procuran escondido
para que no moleste con su excesiva perfección.
Sí, esa cosa que parece no existe,
Perfeción, la muy pobre
que ni su nombre escribe correctamente.
Nos matan;
e insistimos en reclamar lo justo.
¿Porque la verdad es que no escarmentamos,
que seguimos escribiendo sin para qué,
sin que nadie se dé por aludido
y sin saber siquiera escribir nuestro nombre
CORRETAMENTE?
PERFECIÓN nos llamamos.

Y así hasta conseguir la Piedra,
la Alquimia vuelve sobre sus pócimas
despreciando tu exacta química,
¿exacta?, de planteles consagrados
por los planteles anteriores
que de otros planteles
y todos del mismo plato.
Ese de Judas, rico Epulón,
que regalase más que vendiese
al Cristo a las legiones,
que relegase a Lázaro
a la absoluta sin salida.

Y mira, otro mundo es posible,
mi Perfeción lo es,
dijeron los poderes sobrehumanos.
Pues el mundo no se reduce,
a más que te interese,
a tus paupérrimas cuatro dimensiones,
concreto tiempo y lugar estúpido.

Algo se ha de mover y ha de aplastarte
devolverte a tu auténtica estatura.
Algún peso habría de quitársenos
para que nuestra muelle imaginación
recobre el merecido reposo
que hable de su tamaño con justicia.

No hay comentarios: