viernes, 19 de febrero de 2010

No puedo proponerte matrimonio

(amarse igual, poema 27)

No puedo proponerte matrimonio
Porque además de que te reirías,
tienes novio.
Novio desde el que amenazarme con un “NO”.
“NO” estrangulador del “SÍ” que abrió paréntesis.

….Tienes novio.
Me parece mentira.
Te imagino con otra mujer al lado para siempre;
pero nunca la ortodoxa mujercita
del novio a los portales.
¿No puedes aparcarlo en un parking de lujo
para que no proteste?
Búscale una mujer rica.
Quédate libre
como están las mujeres realmente bonitas.
Casadas con su libertad
como antes con Cristo,
prometidas a esa fidelidad.

Búscale una mujer rica.
Aunque ¿más rica que tú?
Dudo le encuentres manjar más dulce.
Ese fondo de almíbar
debajo de la áspera cáscara de tu naranja,
jamás vi nada mas fiero que tu seriedad.

Mala estrella en el amor la mía,
el abuelo Saturno echando su guadaña
desde la casa cinco de mi carta astral
sobre el cuello de cisne
de todos mis enamoramientos.
Que siempre me encadena el corazón
la inalcanzable dulzura
del árbol más prohibido.
Si fuese tan sencillo como en el Paraíso
ir y tomar la fruta del Amor
que pende del árbol de la Sabiduría
¡y que caigan maldiciones del Cielo!
Pero ¿quién le echa el coraje a proponerte
lo que de mí te alejaría,
ese tu nadar entre dos aguas
y procurando que no se toquen?
Y si perder tu corazón de mujer
que sería como perder algo peor que la vida,
¿de dónde este vale todo en amor como en la guerra,
intentar que el que pierda sea otro?
Hay bienes más inestimables que el seguir respirando:
por ejemplo el que tú respires
y el que lo hagas sin agobios?
¿Cómo arriesgar el poco por el todo,
esos furtivos instantes, robados a todo,
en el que se cruzan nuestras vidas,
se entrecruzan unen tan mágicamente,
un nudo nuestros cuerpos?
Ese indisoluble sutratman, cordón de luz
que te impidiera marchar sin arrastrarme
quiero imaginarlo,
así de prieto el nudo.
Mi palabra lazo, ¡tentáculo!,
para abrazar tu cuello.
¡Tente! viborilla
no serpentees más por extraños jardines,
no me condene al silencio,
pesada carga,
otra nueva partida.

Me enamoran las frutas más sabrosas,
¿que Saturno destino me sustrae
para delicia de otras bocas?
¿Y qué pasa con mis dientes?
¿Careces corazón de dentadura?
Sí, si en la conjugación entran órganos de otra especie,
esa especie que también tiene alma
y entonces tiene la de ganar en todo,
aunque almas y almas no sean comparables.
¿Jamás hubo alma igual a otra
aunque sí rostros parecidos?
¿No es en este amarse igual
nuestras almas la misma?
¡Por la dorada boca,
todo labios, mejillas,
prolongándose al cuello
y más allá!
Por esta dorada boca
que ahora mismo ignora lo que pienso
mientras la devoro,
mientras me lo mismo,
¿acaso no es la misma nuestra alma?

Por la dorada boca,
todo labios, mejillas.

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