lunes, 22 de febrero de 2010

Has sellado mis labios y En el principio era el Verbo – Ella era el Verbo

(amarse igual, poemas 44-45)

(Creo poder añadir dos más sin comprometer la obra ante los desaprensivos)

Has sellado mis labios
Me miras desde lejos,
bofetada de muerta flora sobre las mejillas,
en un bis a bis ayer sus pétalos
los tuyos,
en un sonrosado bis a bis
nacarado idílico.
Y queda:
caminar de nuevo sobre el colchón de clavos
que son mis pesadillas:
realidad que me toca asumir.

No más distinción entre tú y los demás extraños
¿Qué me importa tu vida,
si mueres, si eres feliz, siquiera si has nacido?
¿Qué se me da con quién compartas sábanas
confundes apellidos?
A mí qué se me da..

Mas
¡¿Por qué has aparecido?!
Cuando ya estaba ¡ya!
mi corazón dormido,
mi casa sosegada,
tanto tiempo tranquilo
sin ser pisoteado como indigno
por Amor,
¡o sin ser elegido por ese mismo Amor
para una dignidad de cuarto de hora!
de cuarto oscuro,
de vicio
cuando no vicio
y sí viciado Amor de circunstancias,
cadenas, arrogancias,
intereses distintos a su condición.

Amor, adolescente sensación
que hace de todo un día
el mismo instante consagrado a un nombre.
Éste y no otro es el Dios de los místicos.
Amor acercándose a la Eternidad
según la intensidad de su latido,
limpiando cicatrices
poniéndole él en barrotes al tiempo
para que éste sepa qué es estar amarrado
a la hora al minuto al año al día,
a los siglos que pasan inclementes
sobre todos nosotros
y en espantosas calaveras nos convierten.

Amor que yo cantara como luz desprendiéndose
de otro cuerpo no tú,
desprendiéndose a besos de unos labios
en la oscuridad;
y en esa oscuridad
verlo ya todo, por fin todo,
ver lo sagrado que es.
Luz viajando por todo lo que existe
desde esa oscuridad.
Luz de ese instante efímero
en que dos entidades diferentes
se han cruzado
se han prendado
……
E infierno lo demás,
ese resto al Amor que es cuanto existe
sin este me prendo
quedo encadenado
del alma que se asoma ahí en tus pupilas.

Y, ahora, tú si me miras,
si te miro yo a ti,
no vemos a otro desgraciado
u otra afortunada
que al extraño que temes
o a la extraña de la que te sientes escindida.

Bonito resumen para el motor del mundo:
Sellar los labios de Amor,
pasar de su caricia.

Amiga, hay que ver cómo es el amor
que vuelve al que lo toma
gavilán o paloma


En muerta paloma convertida la paz que nos dimos,
que fue gavilán tu rapaz decisión.



En el principio era el Verbo – Ella era el Verbo
En el principio era el Verbo
Y Dios estaba en Él
y Él era Dios.

Ella era Él

Ahora deberemos decir
“Dios era-es- ella”
según nos cuenta “El País”.
Han descubierto los neurólogos
que Dios es la Mujer,
pues ella lo es: El Verbo.

Loado el descubridor de lo que ya se sabía.
Pues parece ser que sí: ¡Hay diferencia!
Y esta credencial científica ¿ahora?
Hay diferencia esencial.
No sólo en lo genital;
neuronas;
cuerpo calloso;
corteza cerebral,
ese don de la evolución
mucho mayor en las mujeres.
Cerebro menos pesado,
un kilo menos o un gramo;
pero más aprovechado,
mejor conectados sus hemisferios.
Y ¡ay el Verbo!, ahí,
HAY DIFERENCIA.
¡La porción del cerebro que gestiona este don,
nos capacita más para la Palabra!
Ella era Él entonces.
Ese Dios semita.

Ironía por la cual
toda la historia y, cómo no, literaria,
fue ocupado de varón usurpador.
Aberración que esclarece
por qué la palabra escrita
no vale, y en tantas veces,
voces,
ni el papel
las plantas que se les sacrificó
para ser redactada.
Deforestación a la que se sometió a la flora
para eso,
para eso haciendo peligrar la vida.

El Verbo nos diferencia:
Ser o no Mujer.

En el principio era el Verbo
Y Ella era Él
Y de Ella se hizo todo
Y sin Ella ¿qué se hizo?
¿Quiénes nacieron sin ella,
sin esa generosidad
que la obligó ni a ser?
Mejor no hubiesen nacido
los hijos de su vientre
si nacieron para eso:
Matar a de quien naciesen
o eclipsarle al ni existiesen
de una muerte aún peor.

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