martes, 23 de febrero de 2010

¿Por qué ha de ser bello todo lo lejano?

(amarse igual, poema 46)

No he de callar, por más que con el dedo,
(Epístola satírica y censoria… –Quevedo-)
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
……..
Son la Verdad y Dios, Dios verdadero,
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.

….
Y estos otros de la misma Epístola
y de los cuales su música fue presente
en la Elegía a Ramón Sijé de Hernández:
Señor excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.


Pues yo no he de callar por más que con el dedo
y por el miedo
aquí en la internáutica espesura y sus depredadores.
Y aquí va otro de los cantos de este libro que me ocupa:

¿Por qué ha de ser bello todo lo lejano?
El átomo; la galaxia remota.
¿Por qué no en mis brazos ahora?
¿Por qué esperar a que te conviertas
en cegadora luz que abrase mi retina?

Tanta belleza inabrazable, se diluye en las sombras.
Luz que ni se toma la molestia de tener un nombre,
de que así, de llamarla, alguien la dé por entendida
en el éxtasis de su aprehensión.
…Que ni se molesta… de tanto estar perdida.

Luz que así nos borra, y aunque bella,
ignota incomprendida,
de cuanto nos hace únicos.

Y así, lo mejor en el hombre lo anula como tal.
Y viene la nada a devorar el resto…
Quizá el esqueleto de esta sonrisa rota.

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