lunes, 15 de febrero de 2010

Tú misma

Tú misma
-te escribía-
No decidas con crueldad.
Acuérdate de ti,
mi nombre,
cuando me apartes
o acerques a tu vida.
Recuerda qué es nuestro nombre:
Jardín de versos,
verbos, besos,
que es Carmen poesía
o verbo culebra de colores
paseándose toda
por las flores que enciende
o que la pintan
en simbiosis perfecta.
Besos verbos pétalos
enredándose a tu cuello
como la mejor de las gargantillas,
para ensalzarlo
realzarlo
mi preciosa jirafita;
mi amada es alta
y hay que amarla
mejor que darle el “hola”
de cada mañana,
o la hora
para que parta corriendo
al lugar do la esclavizan.
¡Malhaya la invención del trabajo
que no fuere amor que compartimos
gritándolo desde todos los terrados
convirtiéndolo en nube!
Mi amada es alta
y hay que amarla así,
desde esas cumbres,
no desearle felices abismos
de empleos estúpidos.

Esta mejor de las gargantillas
con la que te engarzo el cuello
a la vez que se introduce en tu oído
silbando como un pillo:
Tu nombre, ¡y en tus labios!,
para que puedas oír
su sonido magnífico.
Recuérdame Carmen
cuando decidas
acercarme o alejarme,
no con crueldad,
entona los jardines,
di su verbo,
dítelo a ti misma.
Lo so io lo so.
Del suo veloce volo…