domingo, 21 de febrero de 2010

Escribir poesía

(amarse igual, poema 37)

Escribir poesía
es asomarse al espejo
en el que la madrastra de Blancanieves se veía.
Cada vez que me acodo sobre mis renglones
para mirarme, me gusto más.
Por ello quiero compartir este gusto
que por mí misma tengo
para alegrar tu vida,
tú que me estás leyendo
y, como ante un espejo,
te sientes repetida.
¿A que nos parecemos?
No hay nada como no necesitar
ni azogue ni cristal
para estar viéndose.
En ti me veo
que te leo
QUE NOS ESCRIBIMOS
que sé que estás mirándome
y te dices:
-¡Anda!, si es yo.
Yo me contento con tu rostro
para reconocerme.
Si de ella:
Cada día me veo más bella,
como quiere que la vean;
si de él:
cada día se nos convierte en más inteligente éste,
que apunta su Narciso.
¡¿Será posible que sea ella?!
¿Seré un posible él y ni me noto
de lo inteligente que fui?
Ni me noto distinta, ni me noto,
tan canto parecido.

¡Ay cuántos bosques se talan en tu nombre
diosa Palabra!
Y fuese igual que si un papiro,
que si un papiro mismo a todos contuviese
tan poéticamente gustándonos más.

Mas es cierto que también me desprecio.
Y entonces ya no somos ni parecidos.
Desprecio mis ruinas,
precisamente lo que me hicieron más grande.

1 comentario:

Carmen López Iglesias dijo...

Ni esa moneda en la hucha del "haber leído".
Gracias.
Dijo pasando la gorra.

¿A que no imaginabas tanta mezquindad?