domingo, 21 de febrero de 2010

Carta de amor de esta niña que fue Carmen

(amarse igual, poema 38)

Carta de amor de esta niña que fue Carmen
a su primer amor, fue un muchacho.
Aún la guardo en mi mesilla.
¡Y te pensabas tú mejor destinataria que él!
¿Y lo pensaba yo?

Le decía:
¡Vuelve! -Él también se marchaba-
Que te llevas mi alma, vuelve.

Algo así le decía al misterioso chico,
triste chico.
Para mí que éste
era ya homosexual a esas edades;
y me contagió.
¿Cómo si no podía desprenderse
sin tomar mi carta ni mis manos
que tantas veces cruzamos en peleas
y en camaraderías?
¡Y aunque sus padres se lo llevasen
a la Gran Canaria,
o a la Gran Mentira,
…o al hijo de la Gran Cura
que fue él,
su abuela, mi vecina,
y sus parientes!
¿Era ya homosexual, entonces,
y distrajo conmigo,
tan parecida a un muchacho,
sus melancolías de algún canario
que en su tierra dejase
al venir aquí?

¡Cabrón niñato,
el favor que me hizo!:
Este de conocerte
y de abordarte en una carta
que esta vez si llegó
y hasta obtuvo respuesta;
aunque más nos valiese
ni la hubiese tenido.

¡Ojo a navegantes!:
La homosexualidad se contagia.
Si te enamoras de uno,
corres el riesgo de pasarte a su bando
y hasta sin percatarte,
pensando que lo haces
pues la naturaleza
así lo decidió.


Y aquí está también mi epístola en verso,
algo así como un libro de la Biblia
que te redactaba y redactaba
sin atreverme a entregarte…
Sería por algo:

Otra vez me quedo con la carta en las manos
Pronto alcanzará extensión de libro.
Mi aparecida, mi embozada,
jugando al amagar-me-largo.

Y tus nubes me acosan pertinaces
como hechizo de bruja,
y es tu pie en acto de presencia
y ellas se deshacen;
y he aquí el prodigio de la luz conmigo.
Asomo el rostro como para respirar fotones
de esos nubarrones con que me envolviste
hace un rato….
Y de pronto se apaga
produciéndome una sensación de ahogo:
Ya has desaparecido.

La luz se ausenta de la carne
para iluminar otra carne
en la orilla opuesta del mundo.
La luz se ha ido
y el silencio ocupa su lugar.
Vuelve con la materia que dejaste tan fría,
vuélvete oídos acogedores
que calientan el don de la lengua;
dame acogida.
Quédate para convertir en diálogo
esto que se parece a una masturbación:
Monólogo de amor
con el tratamiento de textos.
En mi cuarto, estas teclas,
creyéndose tan brujas como tú,
jugándome la alquimia de recomponerte.
Mala pasada ¡vive Dios!

Paisaje en ocre,
otoño presagio del invierno crudo:
Te pones delante de mis ojos.
¿No ves que si apareces
a todo le cambia la cara del valor
y se vuelve mentira
después de que te has ido?
¿Y qué culpa tiene todo cuanto existe
de verse depreciado
sólo con tu presencia?
Maldita avara
que así cambia de valor las cosas:
Riqueza sólo suya,
sólo con ella.
Que todo se vuelve
melancólico y tierno
buscándose la luz
de la imagen perdida.

Después de verte,
una vecina tuya que se casa hoy
ha venido a mostrarme el ramo.
Una preciosidad en ocre y blanco
como tu presencia de hace unos momentos.
Tomo como lindo presagio
la extravagancia de esta mujer,
pues ¿no dicen que es de mal augurio
mostrar el ramo antes de la boda,
sólo el florista y la novia
antes de los altares?;
¿lindo presagio para mí
este de la mala suerte
para la novia boba?
Qué cuervos somos:
su mala suerte apuntando a mi dicha,
no hay mal de otro
que no venga por nuestro bien…
Maldades que hasta damos por buenas,
si te imagino a mis pies enamorada
como se supone que está ésta de su ya marido.
Te imagino a mis pies enamorada
del modo que me pongo a tus pies.
Amarse igual importa
y más si llamarse,
te escucho repetida en mis sentimientos
y se me escalofrían dígitos de oprimir teclas.

Escucho a Vivaldi para emocionarme más,
concierto de violín alzándose a las nubes
por mi ventana
junto al plateado humo del cigarro
en los tintes, también ocres,
de la atardecida.
Trenzándose a tres:
Cielo, notas, humo.
¡Trenzándose a cuatro!:
Horas de vida que me quito, humo que expelo,
cutis de labriego que se me pone
voz de camionero.

Pero:
Tu ocre blanco vestido,
y el ocre y blanco del ramo
confundidos así
en mi pupila
me hacen cantar de voz soprano:
¡Amarse igual!
en un éxtasis tonto.

Imagínate a la orilla del mundo
en el reino de lo transmaterial
en un amarse igual confundidas
que sumergido en un mar de belleza sin forma.
Belleza incontinente
de ser lo contenido
y por ello no hay forma que la pueda encerrar.
“¡Yo soy la médula del mundo!
-se proclama sin modestia alguna-
La espiral del Todo a mi entorno se enrosca,
gato feliz con ese mimo de frotarse en las piernas
del dueño o dios que le hace estar vivo.
Imagínate en esa espiral hundiéndonos
flotando
en un amarse igual
ya no sujeto a formas
….En un mar.
Y allá en el fondo,
sirena de cuerpo estremecido
para mi red de amar,
mi sed
de AMARSE IGUAL
LLAMARSE
REPETIRSE.

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