lunes, 15 de febrero de 2010

Tú misma

Tú misma
Nombrar es dar la vida.
Por eso oír tu nombre
es un poco nacer
de entre los labios
de quien lo pronuncia,
lumínico alumbramiento
no del se me abre
sino del nace ello solo
sin ninguna violencia
en órganos ejercida.
Pero el sumun de todo,
es cuando puedes
hacer nacer a otro
de tu garganta
al prodigio de nombrarlo
y sentir que a la vez
te das vida,
te llamas,
te reconoces
en esas cuatro letras,
seis en nuestro caso.
Número por cierto
bastante desdichado éste
y el amarillo al que representa,
amarillo Van Gogh.
Trágico número solitario
como morirse lo es,
como perder la oreja
que escuchaba tu entraña
a golpe de tu propio mordisco.
Esa oreja lejos de su entraña
poema escénico que a Van Gogh dedicara
cuando pensaba que escribir teatro
o escribir cualquier cosa
era el trabajo de los que escribimos
y no el de relaciones públicas.