(amarse igual, poema 54)
No ignorar al sexo
o feroz lanza veloz al rojo
vendrá a clavar su diente en la ternura
incendiando los bosques de caricias…
Fénix alzándose a una vida nueva,
de esas cenizas.
Mi mano, su pluma silenciosa,
aleteando tu escultura,
alzándola del suelo,
seda ya tu piel trazando
la aurora de ese vuelo.
Hay que seguir el mandamiento,
y no ignorar al sexo
desde esta condición de Amor
que ante ti me coloca
sin protección alguna.
No ignorar al sexo
que lucha por tomar tu inalcanzable boca.
Qué más quisiera yo que presentarte un alma,
mar en calma
sin deseo de labios
navegando su transparente espuma.
Qué más quisiera yo que conformarme
con besar la hermosura
desde esta condición de espía
con ojos insaciables.
No ignorar el sexo:
Lo rojo de tus labios.
Mas soy capaz de eso:
¡Desoír su llamada!
Algo me ayude sin embargo
a soportar la prueba:
Tenerte cerca.
Límpida fuente en que saciar la vista.
Que es Amor Luz,
Oídos, Verbo.
Ese hablarte y mirarte codiciados,
ese que me digas,
que me estás mirando
a través de todo.
Ese hablarte y mirarte codiciados
que nos devuelve hombre
del animal que fuimos.
Que ni el Amor más platónico perdona
la ausencia de la voz los ojos.
Verte, aunque no acariciarte,
es mantener el fuego de la Vida,
tu presencia avivándolo.
No ignorar el sexo….
El cáliz de tu boca
y beber en ella el vino
sagrado de los cielos,
fuente de inmortalidad
las vides de unos labios,
puertas abiertas
a Cimas de Otros Mundos.
Morirse al besar tu boca:
La muerte que reclamo,
la que me merezco.
Que se me pare el corazón entonces,
igual que a Rilke la espina de la rosa
lo arrancó del suelo
en un vuelo de pétalos, suspiro,
escala de Jacob de alma exhalada.
Y esa es la muerte de la que quieres huir
…Pobre de ti.
Pobre de mí que comparto esto contigo.
Caín te vuelves, de preciosa escultura.
Mientras exista gente como tú
a la que sexo y Amor le dividieran
se sabe qué esquizofrénica mano social,
carne y alma montando la bipolar representación
de esos locos que “cuidan” nuestra salud mental,
caminos del Cosmos permanecerán borrados,
cerrados a toda búsqueda.
¿Y te ha de bastar con nuestra sangre,
la mía si no hay más otra,
para borrar tu condición?
Caín al que no podemos devolver la herida,
Abel sacrificado.
Pero mendiga tú, necia y mendiga,
que haces del mundo el lugar en ruinas
donde algo ha de morir para que algo sea.
Paraíso que era,
Paraíso que ha de volver a ser
¿cuando mi sangre te bendiga?
¿Ese sacrificio buscabas?
¡Al fin algo más allá del sexo!
Algo como el sexo y éste sin alma:
Sacrificio.
Perfecto ritual.
No ignorar al sexo…
¿Pero hacerlo si de Amor va vestido?
¿Practicarlo en el muladar?
“¡Qué rico!”, se dicen;
puede que sea.
…Qué pena:
Sólo se me ocurre.
Morirse al besar tu boca:
La muerte que reclamo,
la que me merezco.
Que se me pare el corazón entonces,
igual que a Rilke la espina de la rosa
lo arrancó del suelo,
pocilga que pisamos,
construcción colectiva.
¿Hay más guarros entonces?
¿No todos son pesados
que resuelven a rimas
lo que debieran a bofetones?
Mírala, qué rica.
Somos vendimiadores
de la única viña dada como prohibida
por cuantas religiones
y demás agrupaciones de… no guarros
de nuestra sociedad.
Degustar de ese racimo
es hacerlo de
ser el que se es.
¿Como sólo Uno lo ha sido,
como sólo unos cuantos pueden,
como sólo los… no guarros?
¡Mira, que son tantos los ojos que a esa luz se cierran…
que allá los tuyos!
No voy a pelearme con los hermosos ojos,
con las hermosas bocas
que quisiera besar
sin contiendas….
¿Que así es más rico?
Mira que eres retorcida.
Y que cada cual se muera de su muerte
como dijera Rilke.
Tal vez la tuya se encuentre
en alguna cocina
del después de follar
con el cigarro pendiendo de los labios
como el asco.
Yo, tanto he amado a la Mujer
que debo fallecer en sus labios,
beso de su boca devolviéndome a Dios,
no entre las redes de Salomé ninguna
para condenas a muerte de inocentes
por la promesa de yacer con Herodes
que lo resuelven todo a puñetazos,
digo, a cabezas cortadas,
a “el mundo será como yo o perecerá,
mis legiones se encargan,
yo dictamino”.
¡Y no me estorbes más mientras escribo!
Calla.
Lanza veloz feroz clavándose
sexo incendiario
en besos manifiesto.
¡Por favor su rostro!
… No el tuyo.
Agua que apague la llama que devora.
Sumergirme en ese lago
de sus mejillas frescas
y encontrarme la calma de la dicha.
Allí me veo:
niño corazón flotando en la ternura,
dulce ternura, atemporal, de fresa.
Ardor de labios que su presencia cura.
Sexo estéril de ojos desecados,
momia del mundo reproduciendo muertes,
muertos que nacen a degustar gusanos.
¡Sexo estéril!, con aplomo te llamo.
Sexo que has hecho un infeliz del hombre
y no digamos si de la mujer.
Sexo necio que vives de las bocas
sin nombre propio ni ojos diferentes.
Desalmado sexo que a rastras nos colocas
y no de pie en el mundo.
Esterilidad de la que brotan vidas.
Infierno vomitando sus cosechas.
Satanás recreado.
El tiempo recorrido a la inversa,
derecha del mundo
aunque no de su inteligencia evolución:
de vivos a cadáveres;
de ángeles a cerdos.
Todo lo bueno que pueda tener el sexo,
sea una boca que muerda y nos arranque
para implantarnos en otra poesía,
beso-Otelo sacándonos de un mundo
donde hasta el verso yede
a impertinente coito,
todas las escenas para él.
Sexo estéril de ojos desecados….
No es fértil encontrarse encerrado
en la cueva del lobo
que abarca de la impotencia a la necesidad.
No quiero para mí esos límites:
Necesitar orgasmos
retorciéndose en su consecución
y en su no consecución.
Aspiro a líneas rectas.
Paralelas buscándose a infinito
de ojos enfrentados,
avenida por la que discurre toda la Creación.
¡Ah! Fértil ternura niña de estar enamorado así.
Nos colocas al mando
de esta nave en el lodo que es la vida.
No ser más siervo que azoten temporales;
emperador del Orbe,
cetro tú cetro yo,
en el centro.
Fértil ternura niña refrescante y posible
en las líneas de un rostro.
Así pues, NO IGNORAR EL SEXO.
Pero ¿cuál?
Elige el que no quieras ignorar.